lunes, 4 de enero de 2010

Palabras de un lucero

Sediento analizo el paisaje, la niebla forma en silueta los edificios, las formas siguen como antes aunque ahora mi percepción de los sentidos esta crispada, debe ser por efecto de esas jarras de rubia. La noche y el frio hacen que mis manos se mantengan sin motivo en los bolsillos de la gabardina, se percibe ese olor a humedad y el reflejo de las gotas de los pinos en mis cristales redondos rematan ese indicio de negras nubes alcanzando el firmamento.

Sin pasiones ni objetivos ni nada que hacer, ando espantando a las luces y abrazando a las sombras, bizqueo en cada esquina, no sé donde me llevan. El camino imaginario que trazan en mi modelo mental no tiene sentido…o no hasta aquel día.
Ese día decidí atravesar un callejón, pero algo recaudo mi caótica razón y me mantuvo centinela a ello, una choque contra pavimento, me acerque a ver, una mujer con frágil figura, yacía inerte en el suelo. Un suicidio, como otro cualquiera, era común en este desanimado distrito. El caso es que abrió los ojos y me miro:

-Soy una estrella repudiada del cielo.
-Chiquilla, estás delirando te llevare a un hospital.
-No tranquilo.

Se puso de pie y me miro la frente, con su delgada mano la acaricio y me dijo:

-No importa lo que hagas, el final es idéntico a todos.

Entonces se marcho, no la seguí, llegue a mi casa y nunca más supe de ella.


Ahora tengo 83 años, entiendo lo que quiso decir esa estrella. La vida es corta porque lo único real es el presente, el pasado y el futuro son simples penas y falsos deseos. Ahora mismo solo pienso que cada día me hago más mayor, cada minuto que consumo aboca el fin de mis días, y no pasará nada.

Todo lo que he vivido no sirve para nada. Antes de ayer tenía 16 años, ayer 40, hoy 83 y mañana estaré muerto.

Lo único que echare en falta es la sensación gratificante, de repasar el cielo, contando los luceros que hay en el, cerciorándome de la falta de aquel centelleo que una vez me hipnotizo distendiendo mis vendadas pupilas que sanadas ya estaban.

1 comentario:

painwalker dijo...

Es demasiado y no soy de sentimentalismos pero esta es realmente sublime, sobre todo ese final tan reflexionante hacerca de la vida, es la esencia misma de lo que pensamos y sobre todo lo que ocurre, no te das cuenta y pasa el tiempo, esta bastante bien y el autor se le nota inspirado.

Lo que hacen los sentimientos para que la cabeza funcione... estamos gobernados por nuestras pasiones y no pensamientos.