jueves, 28 de enero de 2016

Algo.



Cada vez me queda menos.
Párvulo y vivo quise aprender,
ví en las personas gestos que motivaban
el sentido de abrazo entre gente que debe,
evolutivamente, confraternizar en familias,
en sociedad en claro beneficio de asoledad.
Ya adolescido empecé a perder,
tenía inteligencia, entendía, me empecé a sentir mal
tenía gente en la que creer,
a la que querer.

Cualquier día se fue ese sentimiento,
en el momento en el que tatué
bramante, un caldero en rabel.

Susurro de nada.

Ahora hay algo oscuramente palpable
un necesario enfangado
que me quiere.
Regala, primero, una flor
el zapato de un niño
un muérdago
un tornillo
los colores
una liga
                               ...los recojo,
despoja de mi un amor
un mechero dolido
un buen trato
un abrigo
libídine
mi cartera.

Solo quiero que se calle el perro,
solo quiero que se calle el cerebro
que mi cuerpo sea el muerto
y el muerto, desecho.