jueves, 17 de febrero de 2011

Cabecitas importantes



Y entonces le pregunté:

-¿Cuáles son las primeras palabras que sientes por tu cabeza?; con un tono algo enigmático pero a la vez intrigado.

Y como si de la mano lo llevara, ya que le dolían varios meses, por lo mismo, desgarrándola por dentro…me lo lanzó sin vacilar:


-"Tristeza, melancolía. Mis días son grises aunque brille el sol. No encuentro la luz ni en el blanco, el abismo me encierra y me arrastra a la soledad. Pero a pesar de eso siempre pienso, quien está con soledad no está solo, ella te tiene a ti así como tú a ella.
Eso es lo que pienso cada día, al despertar y al dormir, las palabras que nunca se van y nunca me dejan."



Y tras andar por mi mundo, preocupado en tantas noches, pensé cauteloso:

-Qué decir de nuestra amiga soledad,
por ahora no he tenido el gusto de arroparla
no me libraré de encontrarla, pese a mi bondad
aunque suene arrogante, no es funeral de panela
oscura, a todos nos llega antes de fundirse la vela.

Pero el motivo del que llegó a esta cabecita
es en parte contradictorio,
ni calabazas en una cita
ni un infarto en dormitorio.
Fue un motivo más bien existencial
o de estar rodeado de la peor gente
ya que esa ruptura parental
haría mostrar hasta el más vil, social.
Al no entender la reacción del percal
rasqué en mi cerebro y busqué esa opción
esa que suene más racional.
No la supe hallar, al no ser pensador,
Pero decidí que mi mayor ocupación
sería taponar la sangre que dejan sus venas
desgarradas por causas crudas,
a presión, con cada verso
y conseguir espantar a tristeza y melancolía
con un topetazo al suelo, con mi suela,
que asustadas cambien acera,
y en su estrepitoso descuido, un coche las arroyaría.
Así , de un latido, su corazón volverá a errar, por fuera,
volando con fuerza.

Palabras de mi corazón (algo menos serio)

¡Cuidado!, me intento alejar, mal dolido,
escondido en mi caparazón.
Si asomas el hocico acabarás molida
solo quiero coger mi estación,
no trates de atar lo que quedé
deja ya de acercarme tu rostro,
pues todos mis poros me duelen.
Vete corriendo a montarte a tu potro,
ves tranquila a palpitar, ¡que suene!.

Todo, de esto, de mi duro, cruel
angustiado, coagulado, pero aún no soez.
Corazón.