El 21 de Marzo del 2021 en un hospital psiquiátrico al Este de Blue Eye, que linda entre el Estado de Misuri y Arkansas, un grave accidente ocurrió. Un interno del hospital, escapó dejando tras de sí laderas encauzadas en sangre. Con la cautelosa y breve información aportada por el anónimo Jefe del sanatorio mental sacamos a la luz la amarga historia que se cierne sobre este lugar. En el 2009, Ray Stuart, un niño de 6 años, tímido introvertido y con falta de emociones que inquietaban verdaderamente, ingresaba en este psiquiátrico, con la esperanza de su mejora. El niño nunca hablaba, pero los padres afirman que sabía hablar, lo escuchaban muchas veces haciéndolo en su cuarto completamente vacío.
El 20 de Febrero del 2020, un científico entro como esperanza para hacer mostrar algún sentimiento a nuestro perturbado amigo. Pero, que se puede esperar si se junta un demente con un demente…
Al parecer este investigador descubrió que el paciente solo mostraba sentimientos reales cuando hacía daño a seres de la naturaleza. En su despacho se encontraron ciertos informes con reflexiones naturalistas incongruentes que hacían de su filosofía un morboso torbellino de apuntes en los que se demostraba la utilización de personas humanas para los experimentos con Ray. Estudios como los gestos que ponía el paciente antes de atacar su cobaya, expresiones que mostraban sus sentimientos; incluso estadísticas que decían el diámetro de apertura de las pupilas de los ojos según las emociones del paciente... Notas de pies de páginas dictaban que probablemente era con la tesis que más sádicamente estaba disfrutando.
Un hecho que según la ideología basada en los científicos de Ravensbrueck por el 1943 estaría incluida la tercera categoría, sustituyendo la opción racial por una bizarra animadversión hacia la humanidad.
Si alguno conoce el caso del doctor muerte, Harold Shipman, quizás vea un parecido más razonable que el de la base filosófica nazi.
La noche del 20 de Marzo del 2021, según entrevistados de este asilo, médicos, celadores, limpiadoras; que todo era un día como otro cualquiera. La declaración de los internos era diferente; una noche estrellada y lluviosa con nubes de aura roja alrededor del manicomio. Lo extraño de esto es que esa noche no se enlodo ningún valle, las únicas gotas desbocadas son las del reguero de sangre que se entiende de estos reacios razonadores.
No había testigos presentes y las cámaras estaban clausuradas a mis ojos, por razones judiciales.
Esta es la entrevista hecha a un interno:
"¿Qué vi esa noche?, Pues…eeh…estaba viendo mi música de todas las noches e ignorando a las malas hierbas de las ventanas…ya nunca les hago caso, ya no quiero cortar a la gente…si, pues de repente, un golpe y un chillido muy fuerte me apartaron de esos entupidos hierbajos que no paraban de molestarme, pasos corriendo y sonidos como las cuchillas acariciando las paredes y carnes, como un carnicero…un último grito de socorro…me recordó a aquellas películas de miedo que veía con mis bebes…"
El día 21 de Marzo, los policías, seguramente pensaron cuando llamaron del manicomio: "hay que joderse, con lo bueno que está este café, aunque tardemos un poco más no pasará nada, total, estarán los locos haciendo de las suyas…"
La sorpresa que se darían cuando una de las pruebas más analizadas por los psicólogos policiales para averiguar el paradero del asesino sería un Diario muy especial.
