viernes, 5 de enero de 2018

La dieta de la autodestrucción



Me dejo crecer las uñas
para recordar las garfas
que acariciaron mi desastrada barba.
Y ahora, tendido y escondido,
orbitan cerebros vacíos
alrededor de mi cabeza enferma,
diciendo lo que tengo
y lo que tengo que hacer,
acribillando con cristales
mi corazón herido.
Pienso en los patafísicos,
en las fontanelas del Universo,
lo cosmogónico me invade
y me fijo en una molécula.
¡Así, así! ¡A este paso!
Mi cuerpo se hace pequeño y extraño,
mi presencia adelgaza.
Un mal viento deseo
que ataque a mi materia
dejando escapar mi alma,
que es bilis pasada.

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