Descubrí una tarde, un verano, una charca.
En ella nadaba una rana, a veces paraba a cantar. Plácida y
sin frío, quizá algo humana.
Descubrí una tarde, un verano, una rama.
Un caracol paseaba, sin prisa, sin hiel, no resbalaba.
Tranquilo y todo claro, en su caravana.
Descubrí una tarde, un verano, una pala.
Donde colgaba una araña, mecida en su tela. Asusta y
aparenta, pero solo espera ¿Y si vibra?
Me paré, me senté en un bordillo, disfruté de ese cálido y
tierno abrazo. El mero trato con ello me cobijaba. Ahora estaba vivo.
Ví el detalle, una gran tormenta se acercaba.
Me marché.
Esta noche volví a soñar con ellos, la rana, el caracol y la araña.
Esta noche volví a soñar con ellos, la rana, el caracol y la araña.
No temen nada.
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