Brindaría de tus labios sin dudarlo pero quedaría un dolor malparado del colchón de algún sol enojado, aunque tu roce me obliga a desearlo. Mi semblante duro y cauteloso se condena y anhela ocultarse, pero tus ojos consiguen que se deshiele mi corazón renqueante, al palpitar lloroso. Por muchas noches de gentes en bares ninguna será de más escalofriante que en la que ella y sus labios desafiantes no nadaron en soles, queriendo morir en mis mares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario